El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria acaba de finalizar el desarrollo de dos nuevos cultivares convencionales de soja que tienen dos características diferenciales: su alto contenido proteico y su capacidad de resistir a distintas enfermedades. Fueron diseñados para que puedan adaptarse a condiciones de diferentes regiones que trabajan con la oleaginosa en Argentina.
El desarrollo fue obra del Programa de Mejoramiento Genético de Soja de un equipo de investigación de la Estación Experimental Agropecuaria Paraná del INTA, que tiene su sede en la capital de Entre Ríos, una de las provincias que más trabaja con este cultivo. De hecho, su objetivo es que se pueda adaptar tanto a la región sur como a la céntrica.
En qué consisten los dos nuevos cultivares de soja
Bajo el nombre de INTA Paraná 5100 e INTA Paraná 6301, ambos se destacan porque no son transgénicos, tienen altos índices de calidad nutricional y pueden adaptarse a distintas regiones sojeras. Es por eso que son excelentes para la producción de alimentos que luego serán consumidos tanto por humanos como por animales.
El Grupo de Mejoramiento Genético de la Estación Experimental Agropecuaria Paraná fue el encargado del desarrollo de los cultivares de soja. Ignacio Vicentín, que es investigador del mismo, destacó que lograron que se diferencien de otros productos porque poseen un alto contenido de materia grasa y de proteína, lo que resulta muy adecuado para la producción de alimentos con valores nutricionales elevados.
De acuerdo a lo que explicó uno de los investigadores, una de sus máximas virtudes de los cultivares de soja es que no “son transgénicos, respondiendo a un mercado que demanda este tipo de sojas para alimentación humana y animal”. De esta manera, es posible otorgarles un sobreprecio aproximado de 20 dólares por toneladas, ya que hay un gran interés del mercado por estas variedades.
Los rendimientos de los cultivares del INTA y su resistencia a las enfermedades
En cuanto a sus rindes, desde la entidad detallaron que el INTA Paraná 5100 logró alcanzar un promedio de 3.951 kilogramos por hectáreas (se tomó en consideración lo ocurrido durante los ciclos agrícolas 2019/20, 2020/21 y 2021/22. El INTA Paraná 6301, por su parte, registró un rendimiento más alto que el anterior, ya que fue de 4106 kilogramos por hectárea (se evaluó su rendimiento durante 2020/21, 2021/22 y 2022/23).
Una de las finalidades detrás de este proyecto del organismo fue que los cultivares de soja se volvieran más resistentes a las enfermedades mientras se aumentaba su contenido proteico. Y esto lo lograron contra algunas de las peores plagas. Tal es el caso del INTA Paraná 5100 con el cancro del tallo (Diaporthe aspalathi) y la podredumbre húmeda del tallo (Phytophthora sojae, razas 1, 3, 4 y 25).
En menor medida, también es resistente a la mancha ojo de rana (cercospora sojina, raza 11), lo que contribuye a otorgarle a los productores una mayor estabilidad en los rendimientos. Además de esto, esta variante alcanzó un 42,9% de proteína y un 21,4% de materia grasa en base seca. En comparación, la otra logró un 38,2% de proteína y un 23,2% de materia grasa en base seca, por lo que los porcentajes son bastante similares.
Con respecto a las enfermedades, posee una resistencia moderada frente al cancro del tallo. De todas maneras, una de sus máximas virtudes es que tiene una alta capacidad de producción de harinas más claras (algo que es posible gracias a que posee hilo amarillo), lo que la vuelve ideal para la industria de los alimentos.
Qué significan los números en los nombres y en qué área se pueden cultivar
Los agricultores que deseen aplicar estos cultivares podrán apoyarse en la nomenclatura de ambos, que fue elegida para que los productores tengan una guía acerca de su ciclo de madurez. Por ejemplo, el INTA Paraná 5100 se encuentra dentro del Grupo de Madurez 5, mientras que el INTA Paraná 6301 se halla en el Grupo de Madurez 6.
Según revelaron desde el organismo, la función detrás de esto es que los trabajadores del sector puedan contar con una identificación que los ayude a comprender cuál es el comportamiento del cultivar con respecto a su ciclo pero también sobre en qué zonas del país se pueden sembrar, ya que no son para las mismas regiones.
En este sentido, el 5100, como se encuentra dentro del Grupo de Madurez 5 corto, tiene una mayor capacidad de adaptación a la zona sur de Entre Ríos, el centro y sur de Santa Fe, el norte de Buenos Aires, y el sur de Córdoba. Por otra parte, el área de mayor influencia del 6301 es distinta, ya que está dentro del Grupo de madurez 6 corto a medio y su impacto es mejor en la zona centro y norte de Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba.
La comercialización de los cultivares de soja
Más allá de remarcar que se les puede colocar un sobreprecio aproximado de 20 dólares por tonelada, Vicentín también aclaró que ambos cultivares, al menos por el momento, solamente se están multiplicando a una escala pequeña en la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Paraná.
De esta manera, en la actualidad la semilla solo se entrega bajo convenios cerrados a 10 empresas procesadores. Estas, según reveló, apoyaron el programa de mejoramiento de la oleaginosa no transgénica de la entidad durante varios años. De todas formas, esto podría cambiar en el futuro.
Este dato no es menor, ya que los primeros cruzamientos para el desarrollo de la primera de las dos variantes empezó en el 2006, mientras que en el segundo caso se iniciaron en el 2011. Varios años de avances generacionales, además de haberlas seleccionado en base a su calidad, sanidad y rendimiento permitieron que se llevaran a cabo estos cultivares.