Durante el mes de mayo comenzará un nuevo ciclo de siembras de trigo, dando así inicio a lo que será la próxima temporada de cosecha, de cuyo éxito dependerá tanto una rápida salida a la peor campaña en dos décadas como la recuperación de una mayor holgura en el balance externo.
Las preguntas que más resuenan en el sector abordan la contraposición entre la necesidad económica del productor (golpeado por el ciclo anterior) y el faltante de agua, pero también qué sucederá con la disponibilidad de semillas y el financiamiento.
La Bolsa de Comercio de Rosario hizo eco de estas dudas, destacando que son tres los principales desafíos que hoy se postulan como potenciales limitantes de la siembra de trigo: la reserva de humedad de los suelos, el financiamiento que permita asegurar el paquete tecnológico que el cultivo requiere para expresar todo su potencial de rendimiento y la disponibilidad de semillas en cantidad y calidad apropiadas.
Con respecto a la recarga de humedad de los suelos, si bien se pronosticaba que a partir de iniciado el otoño se destrabarían las lluvias, éstas por lo pronto no han alcanzado en milímetros y cobertura para satisfacer el déficit dejado atrás por la campaña anterior. De hecho, la National Oceanic and Atmospheric Administration, dependiente del Departamento de Comercio de los EE.UU., publicó recientemente las últimas mediciones de precipitaciones y el mapa de clasificación de reservas de humedad del suelo en la Argentina, y dio a conocer que los valores actuales y de las próximas semanas, representan una anomalía con respecto a años anteriores, quedando en algunos casos (como la zona del Norte de Buenos Aires) debajo de la media histórica por 50 mm.
El segundo potencial limitante hace clara referencia a las necesidades de financiamiento del sector, que en su mayoría depende del costo de los insumos y del área a sembrar. Los precios de algunos insumos, como los fertilizantes nitrogenados, se han desinflado en el último tiempo, haciendo que la oferta disponible sea mayor a la demanda que se perfilaba como más cautelosa, llevando así la relación insumo-producto para el trigo a su nivel más bajo en los últimos cuatro años.