En el pasado Congreso Anual de Maizar, el presidente de la Asociación de Maíz y Sorgo de la Argentina, Pedro Vigneau, hizo una presentación un poco fuera de lo común: más allá de invitar a los participantes a un brindis con gaseosa cuyas burbujas provenían del anhídrido carbónico que surge de la transformación del maíz en bioetanol, también recorrió el evento vestido con un traje de tela con fibras hechas de maíz y usando unas zapatillas de suela de biopolímeros de maíz.
Resulta que más allá de los derivados conocidos del maíz, como la polenta, los cereales de desayuno, snacks, etc, hay otros derivados del grano grueso en prácticamente todo: desde bebidas dulces y gaseosas, hasta bebidas alcohólicas, también en carnes, leche, huevos y en insumos de otras industrias como la farmacéutica, la papelera y más. En consonancia con esta versatilidad del grano, el lema del Congreso Maizar 2023 fue “Cocreando la bioeconomía”, un concepto que se emparenta con el de “economía circular” y a partir del cual la industria maicera pretende encarar un contexto global que se caracteriza por la transición energética, hacia un futuro menos dependiente de los combustibles fósiles.
La Asociación de Productores de Maíz de EEUU (National Corn Growers Association) sugiere que a futuro, el mundo contenta maíz de forma “omnipresente”: desde vasos descartables, botellas, envases, reemplazos de telas de nylon, contenedores, caderas artificiales para implante, partes de juegos o juguetes, bolsas descartables y más, mucho mucho más.
Es que en la bioeconomía, el maíz se presenta como una solución al problema actual de la inundación de plásticos: la producción de PLA (Poliactid Acid) a partir de los granos de maíz, como todo lo que se produce a partir de recursos naturales, es más biodegradable que un polímero convencional, tiene menos impacto ambiental y su composición le adjudica una versatilidad que lo hace apto para usarse en una amplia gama de aplicaciones: desde envases para alimentos, pasando por prótesis médicas hasta llegar a las piezas de automóviles.
En resumidas cuentas, el PLA de maíz podría implicar un antes y un después en las formas de producción y de consumo. Los expertos coinciden en que su aplicación en las distintas industrias podría ayudar a reducir considerablemente el volumen de residuos plasticos que actualmente inundan al mundo.