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Buenas prácticas agrícolas: qué son y por qué importan

Varios productores de Argentina aplican las Buenas Prácticas Agrícolas dentro de sus campos y garantizan una mayor sustentabilidad en sus tareas.

Abreviadas como BPA, las Buenas Prácticas Agrícolas consisten en una serie de normas para garantizar la producción segura, eficiente y sostenible, tanto de los cultivos como del ganado. Es una especie de manual con reglas determinadas para que los productores apliquen en sus campos y que cada vez tiene más adeptos en Argentina.

De hecho, el gobierno argentino lleva varios años impulsando las Buenas Prácticas Agrícolas, ya que estas tienen el objetivo de ayudar a los propietarios de los campos a maximizar el rendimiento en sus lotes, mientras que también optimizan las operaciones ambientales y, en especial, reducen el impacto ambiental de sus actividades, un apartado que es cada vez más importante para la agenda 2030.

Qué son y para qué sirven las Buenas Prácticas Agrícolas

Desde el Gobierno, en un artículo dedicado exclusivamente a ellas, explicaron que “el término Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) hace referencia a una manera de producir y procesar los productos agropecuarios, de modo que los procesos de siembra, cosecha y poscosecha de los cultivos cumplan con los requerimientos necesarios para una producción sana, segura y amigable con el ambiente”.

Una de sus utilidades principales es que colaboran a minimizar los costes de producción, además de que incrementan el número de clientes. Por ejemplo, los productores que aplican las BPA pueden adquirir con mayor facilidad productos, accediendo a su suministro con los requisitos de calidad que suelen exigir los minoristas.

El principal objetivo de las Buenas Prácticas Agrícolas es contribuir a una producción sustentable y eficiente.

En cuanto a la utilidad de las BPA, estas sirven para promover que los productores agropecuarios contribuyan a garantizar la salud tanto animal como humana, mientras reducen de manera considerable el impacto ambiental detrás de sus actividades. De hecho, esto garantiza un uso regulado de los insumos de los campos.

Acerca de la salud humana, cabe destacar que quienes cumplen con las BPA están protegiendo la salud y la seguridad de los trabajadores que desempeñan sus labores en los campos. Esto se debe a que los principios que integran las normativas tienen como finalidad proteger a los empleados.

Cuáles son los pilares de las Buenas Prácticas Agrícolas

La Food and Agriculture Organization (FAO), que es una de las entidades más importantes del sector, explica que existen cuatro pilares que son vitales para las BPA, que permite a los agricultores garantizar una mejora de la calidad de su trabajo: la viabilidad económica, la estabilidad medioambiental, la aceptabilidad social y la seguridad y calidad de los alimentos

La viabilidad económica

El primero de los cuatro pilares se relaciona con el deseo de todos los productores agrícolas (o de las empresas) de llevar a cabo negocios que sean viables para ellos. Este apartado se centra en los beneficios económicos que son la consecuencia directa de gestionar los campos. Las BPA, pese a que apuestan por la sostenibilidad y la seguridad alimentaria, no atentan contra el aspecto financiero.

La estabilidad medioambiental

El segundo pilar es uno de los principios vitales detrás de las Buenas Prácticas Agrícolas, ya que reducir el impacto ambiental, con actividades que no generan residuos ni contaminación es vital para las normativas que imponen las BPA. Uno de los aspectos esenciales es mejorar la efectividad de los recursos naturales que se emplean.

A través de esto se busca reducir los daños al medioambiente. El manual de las BPA remarca que las zonas que están degradadas deben gestionarse de modo que su situación no empeore y que la aplicación de los fertilizantes para los suelos se llevará a cabo registrando todos los detalles de los aditivos, desde la fecha hasta la cantidad y la marca.

La actividad ganadera también está incluida dentro de las Buenas Prácticas Agrícolas.

Otro de los aspectos esenciales está relacionado con gestionar la utilización del agua, reduciendo al mínimo su desperdicio. Las BPA también marcan que todas las prácticas de producción deben ser elegidas en base a los tipos de suelo que componen los lotes, de modo que el medioambiente no se ve alterado por estos.

Las BPA, por otra parte, remarcan que no se debe atentar contra las animales protegidas y también preservar a las especies vegetales, algo que queda delimitado por las normativas de cada país, ya que las normas son internacionales y varían según las leyes, incluso, de cada provincia. Las floras y las faunas están dentro de esta categoría.

Finalmente, las Buenas Prácticas Agrícolas remarcan que los productos químicos que se apliquen deben estar elegidos en base a principios que reduzcan al mínimo los efectos sobre el medioambiente pero también que contribuyan a combatir a las plagas y a las enfermedades. También deberán gestionarse los residuos, reutilizándos, reciclándolos y eliminándolos.

La aceptación social

El tercero de los pilares de las BPA está relacionado con obtener la aceptación de los consumidores, que son los destinatarios finales de todas las prácticas agrícolas y ganaderas. Esto se refiere también a proteger la salud de los empleados de los campos, algo que se obtiene, por ejemplo, evitando el uso inadecuado de químicos o plaguicidas.

El modo en que se trabaja es esencial para esta categoría.

Por otra parte, la aceptación social también remarca que los trabajadores del campo tengan que estar formados para saber manipular herramientas y aplicar materiales peligrosos. Todo esto será esencial para obtener uno de los pilares de las BPA.

La seguridad alimentaria

La buena gestión de los recursos permitirá producir de manera efectiva los alimentos que luego se venderán y serán consumidos por las personas. En base a esto, las Buenas Prácticas Agrícolas proponen que el control de los cultivos y los animales tiene que comenzar en el campo para disminuir al mínimo los riesgos de contaminación.

Este apartado es bastante amplio e incluye el material de siembra, la historia de los lotes, las frutas y las verduras con las que se trabaja en la cosecha, el agua y el riego, la fertilización y, especialmente, la manipulación de los productos por parte de todos los trabajadores que entran en contacto con ellos desde el inicio de la cadena.

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