Los efectos de la sequía durante el primer semestre de 2023, siguen perjudicando a la producción nacional. En este caso, la industria aceitera se encuentra en medio de una crisis sin precedentes. La molienda de soja, que es fundamental para la producción de aceites y harinas, alcanzó mínimos históricos.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en un estudio publicado esta semana, determinó que la sequía afectó la producción de soja un 50% más que el año pasado. Si se cumple la cosecha proyectada (20 millones de toneladas para la temporada 2022/2023), la industria aceitera podría alcanzar una capacidad ociosa del 70% para finales de esta campaña, un número bajo y preocupante.
Lo que sigue del año para la industria aceitera
De acuerdo a la entidad, el panorama no es para nada positivo en lo que resta del año. Se estima que la molienda de soja va a seguir disminuyendo en los últimos cuatro meses de 2023. Si bien es algo que suele ocurrir durante estas estaciones, es un hecho agravante cuando la producción es escasa.
La situación mundial no es de gran ayuda: en Estados Unidos, su Departamento de Agricultura (USDA) recortó las provisiones para la producción de soja y maíz para la campaña entrante. Esto provocó que los precios de los granos en algunas ciudades sean altamente elevados.
La situación en Argentina
La industria nacional tiene una capacidad estimada de 67,5 millones de toneladas anuales, un número que el país está a una enorme distancia de alcanzar y que será imposible de conseguir este año.
Ante esta crisis, se produjo un récord histórico anual en las importaciones de soja. De hecho, Argentina superó su marca más alta en 2023, tomando en cuenta solamente los primeros siete meses.
Los motivos que llevaron a esta problemática
La situación es una combinación de tres factores: la devastadora sequía que azotó más del 50% del territorio nacional, la disminución de la capacidad ociosa de la molienda de soja como consecuencia de lo anterior y las importaciones récords, medidas que se tomaron para afrontar la escasez.
En una entrevista que le brindó a Telam, Javier Preciado Patiño, director de RIA Consultores, detalló que en una situación corriente “la producción de soja se ubicaba en torno de 44 o 46 millones de toneladas, de las cuales entre 38 a 40 millones estaban disponibles para el procesamiento, pero con la sequía esa oferta de mercadería cayó a 16 o 17 millones de toneladas”.
Por este motivo, el especialista explicó que lo sucedido es “una caída brutal, lo cual pone un techo sobre lo que se puede moler en el año”. Este número, estimó, podría alcanzar un máximo de 27 millones de toneladas, muy por debajo de las expectativas a principio de año.